“Feminismo y juventud”
QUE NO TE DEJE INDIFERENTE
Cierto, necesitamos referentes … y los tenemos: El reciente discurso de Emma Watson ante la ONU declarándose feminista ha tenido una importante repercusión, pues logró conectar con un público joven que no suele ser receptivo al feminismo; también recibió amenazas e intimidaciones . Esto nos muestra una realidad con dos caras, la del avance y continuidad de la lucha feminista por las nuevas generaciones y la de la reacción que sigue generando entre los defensores de un patriarcado que se resiste a dejar paso a una sociedad realmente igualitaria. Otros iconos de la industria del cine y de la música también se han unido a la causa, como Beyoncé, Madonna, Taylor Swift, Ellen Page, Lena Dunham, Claire Danes, Zooey Deschanel o Asley Judd …. Entre la juventud han surgido nuevos activismos que optan por el sarcasmo y el humor como las Pussy Riot, Femen, Barbijaputa, la Cofradía del Santísimo Coño, Locas del Coño y numerosos blogs que desde las redes plantan cara al androcentrismo (Píkara Magazine, Grábatelo y muchos más). Son constantemente hackeadas.
Tenemos referentes, pero necesitamos más y más cercanos. Porque el feminismo se ha vuelto (¿o siempre lo fue?) impopular, incómodo; hay jóvenes que lo ven anacrónico y chicas que no se identifican con él por considerarlo agresivo, sinónimo de odio a los hombres, como un intento de conseguir la supremacía femenina, de darle la “vuelta a la tortilla” de la discriminación y la desigualdad en una época en la que se la supone superada. Se trata de un rechazo que se mueve entre el desconocimiento y la descalificación. Estamos en el siglo XXI y vivimos en sociedades formalmente igualitarias en las que coexisten, por un lado, la aceptación de valores claramente feministas, siempre basados en la igualdad de derechos entre sexos, asumidos y defendidos por las instituciones y por otro, la reproducción de viejas y nuevas formas de dominio y control sobre las mujeres, en muchos casos difíciles de detectar y visibilizar. La fuerte reacción ideológica ante el avance y transformación social de la situación de las mujeres no se ha hecho esperar, y lo hace bajo nuevas formas, lo que se ha dado en llamar “postmachismo”, que acepta formalmente la igualdad pero que ataca cualquier medida que pretenda implantarla, amparándose en una supuesta neutralidad, generando confusión, desorientación, y sembrando la duda para conseguir que no se actúe y todo siga igual. O lo peor, provocando la persistencia y el recrudecimiento de comportamientos que creíamos extinguidos.
Por ello, la presencia del feminismo sigue siendo fundamental. La juventud habita los centros educativos que son, aún sin serlo del todo, los espacios sociales más igualitarios que existen. Pero esa igualdad formal realmente conseguida, no protege de las violencias visibles e invisibles. Las primeras nos las encontramos en los medios día tras día con la dureza de las cifras de los malostratos; las violaciones en manada; la banalización de la prostitución y el recurso a la misma cada vez más frecuente de algunos jóvenes que se creen con derecho a acceder al cuerpo de las mujeres por dinero, ignorando además el tráfico de chicas; la maternidad subrogada y los vientres de alquiler; la apropiación del cuerpo de las mujeres, como si los deseos fuesen derechos. Pero junto a estas violencias nos encontramos con otras menos evidentes, menos visibles que se filtran a todo pulmón de la mano de poderosas industrias del consumo diferenciado para chicas y chicos, en los productos mediáticos, en los juegos y juguetes, en las conductas controladoras y posesivas bajo la excusa de unos celos o de un amor romántico, en los micromachismos, más sutiles, que pasan desapercibidos porque su frecuencia los ha normalizado.
La juventud tiene por delante importantes retos y la alternativa feminista va indisolublemente unida a las propuestas transformadoras de los problemas de fondo de una sociedad cada vez más desigual, en la que a nivel global soplan aires conservadores y reaccionarios con una potencia creciente. En un país donde el paro juvenil alcanza la escalofriante cifra del 57%, condenando al paro, la precariedad y la emigración a las generaciones mejor preparadas no hay más opción que trazar hojas de ruta que nos lleven a un mundo más democrático. Una línea prioritaria pasa por esas nuevas masculinidades, por la incorporación de los hombres al movimiento feminista, al movimiento reivindicativo más igualitario, por su apuesta decidida por la corresponsabilidad y la ética de los cuidados. También porque los colectivos LGTBI no pierdan de vista la perspectiva feminista. La construcción de unas nuevas relaciones de género son básicas para la creación de una sociedad más humana, mas justa, más equitativa, dónde las personas y su bienestar sean el centro y el objetivo de todas las políticas.
Jóvenes y feministas son sin duda una minoría social, pero una minoría muy activa e influyente, involucradas en el cambio social. Y sus tesis subyacen en muchos movimientos y organizaciones, formando parte de las redes sociales. Lo que hace al feminismo realmente poderoso es que cuando se llega a él no se abandona jamás, no hay retorno de ese viaje que impregna la vida y te explica el mundo alentándote a transformarlo, a mejorarlo de forma solidaria uniéndote a ese esfuerzo colectivo.
Si no lo hago yo, ¿quién lo hará? Si no lo hago ahora ¿cuándo?
Mis referentes para elaborar este texto son Ana de Miguel, Celia Amorós, Amelia Valcarcel y Miguel Lorente con su blog ”Autopsia”
Pepa Marín Vico
Profesora IES Gran Capitán