Mayte Martín
Poeta (Córdoba,1997)
Estudio Filología Hispánica, pero a la poesía llegué, o al menos me acerqué en los años en los que acababa la Secundaria. El primer poemario que leí fue Poeta en Nueva York, de Lorca. No lo entendí mucho, pero sentí que allí había algo que no podía dejar atrás. He releído mucho ese libro y lo sigo haciendo. Vuelvo una y otra vez a donde empezó todo y así va tomando forma y construyéndose una manera de mirar el poema.
Me interesa el discurso poético en el que la palabra se entremezcla con el pensamiento. El poema, aunque pueda no tener sentido, lo tiene en sí mismo porque aparece como una tensión de fuerzas, de voces que dan paso a la voz poética. La escritura automática da cuenta de estas tensiones de una manera indiscutible, y, por ello es, a mi parecer, una de las formas más puras de expresión poética.
Hoy, por suerte, asistimos a una generación de mujeres poetas que nos están demostrando que la poesía ahora pertenece principalmente a las voces femeninas, tan silenciadas y apartadas del canon durante tanto tiempo. Es la hora de Elena Medel, Laura Casielles, Sara Torres, Erika Martínez, Miriam Reyes, Luna Miguel, Berta García Faet, Sara Herrera Peralta, María Sotomayor o Natalia Litinova, entre muchas otras. Hay mucho que decir, y estas lo están demostrando en su poesía. Importa cómo proponen una visión del arte y del mundo alejada de la del canon de la Historia de la Literatura. El cuerpo, la maternidad, la experiencia del amor o de la muerte encarnadas en una voz que no se calla ni se deja silenciar, sino que grita
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CUENTA ATRÁS
apoyo los pies sobre el mármol helado
para después introducirlos en agua hirviendo
me acaricio los tobillos con cariño
buscando tras de mí la ausencia
descubriendo
que ya había empezado a llorarte
tiempo antes de que te marcharas
mi cuerpo tiene una memoria asquerosa
el vapor cumple su quehacer
en los muslos
violáceo verde amarillo ocre
me deslizo
el grifo gotea.
a fuerza de decir esto no sirve
hemos inventado mil nombres
con los que recibir la mañana
sentados en el suelo
destapamos un color absurdo
que se va desprendiendo de las mejillas
así nos vamos moviendo en la sed
como espantados
ahora que me nacen mil pecas
de los días intermitentes
en los que me desvivo por madrugar
salgo a comprar flores
ahora me desvivo
por dejar que entre toda la luz por la ventana
prepararme el desayuno
desdecir lo que toco
y sentir cómo me desprendo de las cosas sin color.
Mayte Martín
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